En el imaginario social la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es una institución sin mancha, intocable y venerable. Por muchas razones, la sociedad se resiste a ver el lado B del gigante de la educación en México, un lado B con las mismas prácticas podridas que vemos en otros grupos de la sociedad mexicana actual.
Impulsados por una campaña de comunicación y mercadotecnia, tan intensa como costosa, de la UNAM se percibe su liderazgo universitario a nivel nacional e internacional. Es innegable ese liderazgo que ninguna universidad mexicana, pública o privada, está tan siquiera cercana a alcanzar.
También de la UNAM sabemos sus aportes a la ciencia local y global, vía sus investigadores e investigadoras, registrados en todos los rankings que tanto gustan a la UNAM. Su contribución a la cultura, desde el acopio y exhibición hasta su vasta producción, se registra en miles de documentos.
Ninguno de sus méritos puede escatimarse pues fueron ganados con resultados. El mote de la Máxima Casa de Estudios está asentado en su historia y producción.
En su lado B la UNAM dispone de casi 50 mil millones de pesos del presupuesto nacional en 2022. Dicho presupuesto es nuestro, son las contribuciones de todas y todos los mexicanos, entonces lo que ocurra en la UNAM nos involucra a todas y todos pues la pagamos y podemos exigir cuentas.
En la mega estructura administrativa, con decenas de miles de trabajadores, destacan en la cúpula decisoria –honoraria y/o pagada- los apellidos Gómez Mont, Harp Helú, Vázquez Nava, Ealy Ortiz, Ochoa Reza o los grupos Narro, Carpizo (q.e.p.d.) y decenas más.
Hay líderes y ejecutores de escuelas y facultades que dictan prioridades investigativas, recursos para proyectos, selección de profesores y profesoras, orientación de planes y programas de estudios y otras actividades supervisadas por cuerpos académicos organizados por los mismos grupos.
Según los números reportados por la UNAM de su planta docente –en 2020- solo el 25% eran de tiempo completo. En 2021 se destinaron al profesorado el 60.7% de sus recursos y el 27% a su investigación, aunque investigaciones realizadas por el portal Sin Embargo dan cuenta de la precarización docente: 74% de docentes que no es de tiempo completo recibe un salario de 4 mil pesos mientras que el 25% restante oscila entre los 20 y los 100 pesos de salario.
La opacidad en el manejo presupuestal de la UNAM provoca tanto interés que el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) ordenó a la UNAM hacer del conocimiento público el manejo de dinero que da a los Pumas vía el Club Universidad Nacional A.C.
En la UNAM, y sus escuelas, hay acoso sexual, abuso de mujeres en todas sus formas y grados de violencia, narcomenudeo, corrupción en trámites, tráfico de influencias y formación de cuadros para todos los partidos políticos, incluidos los que se autonombran movimientos.
El lado B de la UNAM es un coto de poder y dinero urgido de transparencia demandada por las y los mexicanos que contribuimos directa o indirectamente con su manutención sin conocer su operación.
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