El lado A de la Familia
- Gabriel Zaldívar

- 29 jul
- 2 Min. de lectura
Familia es la unidad nuclear que sienta las bases de la existencia de la sociedad tal como la conocemos. El reforzamiento de su relevancia no se puede entender sin el impulso que a diario hacen de la familia y su importancia las estructuras corporativas y públicas de comunicación masiva, local y global. También de esta actividad se ocupa la clase política y sus estructuras de gobierno y Estado, así como otras instituciones de control social (religiosas, de la sociedad civil, escuelas, entre más).
Buena parte de la percepción positiva, e idea cimentada de la relevancia de la familia en el discurso de la humanidad, se debe a las estructuras de medios. Hay razones que fortalecen y justifican el discurso mediático pues esta célula social es para muchos la red emocional de primera instancia sobre la cual se teje la seguridad de una persona y la red de valores que guiarán su actuación social.
La familia cobija los primeros pasos de cualquier persona. Es el lugar desde donde el individuo saldrá al espacio social para relacionarse con el resto. Es el grupo primigenio en el que se forma a un ser humano en las reglas socialmente aceptadas y la moral convenida para ser funcional a los objetivos comunitarios en lo económico, político y cultural. La familia es el lugar de origen y retorno de cualquier persona a lo largo de su existencia.

De ahí que el discurso mediático llame siempre a la relevancia de sostener a la familia unida para mantener y/o recomponer el tejido social, solicitar mayor control de las personas, recordar su responsabilidad en la formación humana, entre otras.
La telenovela, de antes y de ahora, insiste en la “familia unida”, pero también el programa de revista, el reality show, el informativo, el talk show, el matutino, la película o el programa de radio así como los más modernos canales que la tecnología pone a disposición de las audiencias. Todo el espectro ideológico del mass media obedece a la línea argumental pro familia con centenares de argumentos.
Las figuras públicas que desfilan por estos canales de comunicación: cantantes, influencers, estrellas de series, políticos, intelectuales y todos quienes tengan un discurso positivo hacia la familia serán favorecidos por los editores para aparecer en sus pantallas o protagonistas de conmemoraciones como el Día de la Familia, impulsado por las empresas e instituciones de corte conservador.
Pero la familia es un dodecaedro con caras que parecen no cumplir el exceso discursivo ni los llamados a la unidad familiar. Una serie de circunstancias invisibilizadas que rompen el sobrevendido concepto de familia están en su Lado B y la sociedades más conservadoras ignoran, callan o niegan al elefante blanco en la habitación.












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