La titular del Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología (CONACYT), María Elena Álvarez Buylla, quedará marcada por aquella referencia a la “Ciencia Neoliberal”. Su dicho provocó que centenares de académicos e investigadores de lo fútil lanzaran condenas y descalificaciones a la funcionaria.
Aquella aseveración, emitida el 23 de abril cuando presentaba el interés de desarrollar respiradores para atender la pandemia de COVID 19, dio grandes espacios mediáticos al comentócrata de los investigadores, Antonio Lazcano, e inspiró textos poéticos del herido Guillermo Sheridan.
El tema no ameritó una reflexión de mayor detalle en los medios de información. Las razones pueden ir desde lo poco “monetizable” de la nota, la complicidad de académicos e investigadores en la recepción de presupuestos para ese tipo de investigación vía sus universidades o simplemente se perdió en el exceso de información que a diario se produce.
El seguimiento y comprobación de lo dicho por Álvarez Buylla es sencillo: revisar en ejercicios anteriores a su nombramiento como titular del CONACYT y publicar los presupuestos destinados a universidades públicas y privadas para investigación aplicada a desarrollarse para diversos sectores de la industria nacional y transnacional. Es un asunto de voluntad.
Rastreamos lo dicho por Álvarez Buylla: “ciencia neoliberal” y más allá de la feria de dinero del erario público repartido entre universidades, investigadores y empresas, coincidimos con la RACIONALIDAD NEOLIBERAL.
En 2015 Wendy Brown, investigadora de la universidad de Berkeley, publicó el texto El pueblo sin atributos, la secreta revolución del neoliberalismo, que en México llegó en castellano vía Malpaso Ediciones. En este trabajo, enmarcado en la obra de Foucault sobre Gobernabilidad y Neoliberalismo, la filósofa plantea el concepto clave: LA RACIONALIDAD NEOLIBERAL.
En entrevista para el blog Ficción de la Razón, Brown nos explica: “Si sólo tratamos el neoliberalismo como un conjunto de políticas, o como una mistificación de ciertos imperativos del capital, perderemos la medida en que ha traído consigo nuevos tipos de sujetos, nuevas formas de subjetividad y nuevas relaciones sociales”.
Así, en un ensayo de poco más de 300 páginas, entenderemos los discursos de los últimos 40 años en México (y en el mundo) que explican esta racionalidad neoliberal: la supremacía de lo económico, el mundo explicado en métricas de crecimiento, el poder de las empresas (homo oeconomicus) desplazando al poder político (homo politicus), el benchmarking como filosofía de lo mediocre, el emprendimiento y el outsourcing como el abandono de la responsabilidad de las empresas, el networking como la coronación del capital humano antes que el ser humano, entre más.
Brown sostiene, argumenta y explica esta racionalidad que vive en la educación, la cultura, el hogar, en lo cotidiano y su principal preocupación es observar la forma en que está arrasando con todo.
La “ciencia neoliberal” entonces, no es una ocurrencia tan sólo una racionalidad desde la que se produce todo, también ciencia.
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