Dice la Real Academia de la Lengua (RAE) que Periodista es la persona que se dedica al periodismo, una actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico.
Carlos Denegri era una persona dedicada a ello que obtenía, trataba, interpretaba y difundía información. Este periodista, hito en la historia de su profesión en México, dibuja a muchos que, sin querer o queriendo, enorgullecen su legado.
El Vendedor de Silencio, de Enrique Serna (https://enriqueserna.com.mx/), editado por Alfaguara en el 2019, narra la vida de Carlos Denegri –y solo por ello es un documento que vale leer- pero trasciende cuando gracias a este trabajo entendemos al periodismo en México, o al menos un fragmento de este.
Los periodistas con el perfil de Denegri usan su pluma para hacer negocios con el poder y desde ahí construir y consumar sus propios negocios: de medios, de bienes raíces y otros.
Gracias al trabajo de Serna comprendemos el impacto histórico, cultural y social de la llegada de los civiles emanados de la Revolución que bajo las siglas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) cambiaron –y no para bien- el rostro de México. El Vendedor de Silencio pone sobre la mesa el apoyo de periodistas como Denegri que interpretaron y difundieron los “logros” de la revolución institucionalizada.
El Vendedor de Silencio servirá a quienes desconocían el chayote y/o embute, a quienes son víctimas de la publicación de notas pagadas para favorecer el gobierno en turno, a los ignorantes del contubernio entre intereses empresariales y políticos en la toma de decisiones, a los negados a reconocer la facilidad para matar cuando se ejerce el poder, a los ajenos a los mecanismos de coacción sobre líderes sociales, a los velados a la comprensión de la industria mediática como cómplice del poder político y empresarial.
En sus 488 páginas conoceremos con pasión una historia personal dramática, pero también una radiografía de un periodismo mercenario que, aún hoy, domina la estructura de los medios.