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  • Foto del escritorGabriel Zaldívar

Adiós al Chavo del 8

Roberto Gómez Fernández, hijo y heredero de Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”, anunció la salida del aire de los programas que dejara su afamado padre. En comunicación digital el empresario usó un conflicto comercial para remover las emociones de audiencias en México y Latinoamérica.


El convenio con Televisa, la empresa que hizo de Chespirito la figura mediática de la cultura popular, fue desestimado por la irrelevancia de sus personajes en el entorno actual.


La salida de Televisa significa un quiebre para las finanzas de Roberto Gómez Fernández quien, sin la empresa de Azcárraga, difícilmente podrá desarrollar el gran negocio con la herencia cultural de su padre. Restaurantes, caricaturas y licencias, no serán suficientes en el largo plazo si no hay el respaldo y cobertura de este u otro gigante de los medios de comunicación.

En datos publicados por la BBC, en el 2012 Forbes estimó las ganancias de Chespirito en mil 700 millones de dólares aunque otras publicaciones aseguran la fortuna de Roberto Gómez Bolaños entre los 15 y 50 millones de dólares.


La información disponible coincide en el hermetismo respecto a los montos reales del negocio Chespirito. Lo visible es el polémico papel de Chespirito en la cultura popular de las y los mexicanos, y también de las audiencias de Centro y Sudamérica.

El Chavo del 8 apareció en la televisión mexicana a principios de la década de los 70. Esa Vecindad del Chavo del 8 nos deja como herencia las falsas relaciones entre pobreza, honestidad y dignidad representadas por el niño del barril, el modelo de madre sobreprotectora de Doña Florinda, la construcción del rentista desalmado en el señor Barriga, el estereotipo de la “solterona” en la Bruja del 71, al mexicano flojo en Don Jaimito, al hombre gris y comparsa atinadamente apellidado Godínez, al gordo bulleado en Ñoño y a dos clasemedieras aspiracionales en La Popis y la Chilindrina.


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