De 2005 a 2011 gobernó el Estado de México Enrique Peña Nieto. Ese fue el período de construcción de un producto mediático que más tarde se convertiría en Presidente.
Durante su ejercicio del poder en el Estado de México la arquitectura del prototipo estuvo apuntalada por un romance con otro producto consolidado, Galilea Montijo, empleada estelar de Televisa. La misma empresa colocó de su catálogo a Lucero como vocera de los logros y mensajes del gobierno estatal.
Mientras esto ocurría el rating televisivo era para la telenovela estelar Destilando amor. El producto de Televisa era protagonizado por una Gaviota, Angélica Rivera, que luego se inmortalizó con un matrimonio sexenal a su vez superado por una Casa Blanca.
La edificación de una estrella política, Peña, fue apuntalada con su aparición en decenas de revistas de espectáculos, sociales y negocios. Como gobernador primero, candidato después y presidente finalmente, portadas, reportajes, fotografías y entrevistas, coronaron al guapo del poder: ¡Peña, bombón, te quiero en mi colchón!
La más célebre conquista de la estrella es una portada de Time acompañada de la frase “salvando a México”.
Recuerdo la visita de Peña Nieto a un tecnológico, el de Monterrey, donde fue vitoreado y reconocido por sus iguales. En tiempos distintos, también visitó una universidad, la Iberoamericana, donde fue descubierto y confrontado por más de 132 alumnos y alumnas.
La cimentación estuvo acompañada de encuestas a modo que, para la elección federal de 2012, constataban que Peña Nieto arrasaba en preferencias electorales, sin faltar los artículos y opiniones en la estructura de medios tradicionales alabando a la “gran figura”.
También mostraron su apoyo en efectivo las arcas estatales y empresariales, de las que pueden dar cuenta personajes y empresas como Lozoya, Videgaray, Robles o Monex.
El luego Presidente fue aderezado con decenas de situaciones mediatizadas como el corazón mal trazado, memes y caricaturas que convirtieron a la figura en el hazmerreír de propios y extraños. Peña Nieto fue partícipe y rehén de los grupos de poder que construyeron un personaje para usarlo a conveniencia y desecharlo después.
Se repite la historia. Las figuras del espectáculo y las portadas de revista son sustituidas por gelatinas, familiares indígenas, bicicletas, cadenas para atarse a las sillas y hasta una botarga de dinosaurio. Repiten su fórmula los medios corporativos y las estructuras de poder político y económico.
La primera reacción es diversión, ofrecida por las personas que presumen preparación y saludables condiciones económicas, por la forma en que son atrapadas por los juegos mediático-políticos. Un segundo momento, en la reflexión, es de angustia y preocupación por la falta de conocimiento y análisis de la historia reciente.
¡Ahí vamos otra vez! Ahora con la Xochitlmanía.
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