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Orgullo y lenguaje

  • Foto del escritor: Gabriel Zaldívar
    Gabriel Zaldívar
  • 16 may
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 20 may

Asolapado, camuflado, closeteado, discreto, de clóset, encerrado, encubierto, en el armario, enclosetado, en negación, joto, oprimido, no se ha abierto, no se ha destapado, no ha salido, tapado, tapiñado, trancado, gay, de ambiente, entendido, homo, canta en el coro, de la acera de enfrente, del otro bando, del otro lado, del otro equipo, desviado, de onda, del club, del gremio, del sindicato, de la familia, invertido, amanerado, argolla, bagre, botadora de plumas, brisco, bugarrón, bujarrón, cachagranizo, cachapera, chichifo, chinaco, cuina, chapero, chulo, chupapija, chupapingas, chupaditos, chupapollas, comepollas, diva, volteado, jota, lilo, loca, mano quebrada, marica, maricón, mariposa, mariposón, mayate, obvio, prostituto, puñal, puto, raro, sodomita (De la Pava: 2000).

 

Los sujetos recibimos como herencia el lenguaje y lo aprendemos por necesidad, sin mediar reflexión sobre sus componentes y, así, construimos y transmitimos nuestro pensamiento. Antes de la posibilidad de cuestionar, aprehendemos los objetos y a través del lenguaje los presentamos, y nos autopresentamos. Cada unidad pronunciada nos refleja, es el espejo para mirar y mirarnos como individuos y comunidades; lo hacemos con determinaciones sígnicas cuya enunciación valida lo nombrado.

“El lenguaje es la manifestación del espíritu de un pueblo” (Acero, 1998), la herramienta clave para tematizar y dotar de sentido, para trascender, olvidar, respetar, recordar y reproducirnos; de ahí la obligatoriedad de pensarlo, a través de la filosofía, la semántica, la pragmática o la lingüística y de todas las ciencias y técnicas preocupadas en mayor o menor medida, con más o menos profundidad, desde ángulos diversos, en líneas paralelas o perpendiculares. La conciencia de los hechos está en el espacio del lenguaje y son posibles a través de éste.

Con el lenguaje incluimos y excluimos, porque “una unidad de uso del lenguaje, es expresión corporal, praxis comportamental y apertura al mundo, que funciona en relación con una forma de vida” (Cortina y Conill, 1999), nos descubrimos y encontramos.

Periodismo de opinión, Artículos, Profesor, Investigador, Consultor, Empresario, GZSoyLoQueHago, GZSLQH, Gabriel Zaldívar, Agencia Comunicación Estratégica, GZComunicación, Comunicación de Vanguardia, Comunicación, Estrategia, Vanguardia, Escala Humana

En tanto la sintáctica atiende las reglas y construcción del lenguaje y la pragmática la “distinción entre el significado del hablante [ ] y de los otros tipos de significado” (Dascal, 1999), la semántica se ocupa de los significados y su verdad. Con la semántica damos existencia a eso que somos capaces de nombrar, al decirlo lo hacemos relevante, reconocemos su articulación, función y significación; otorgamos valor, validamos al objeto y reconocemos al sujeto.

Cada palabra es representación de un mundo que se exhibe y proyecta, comparte su todo o una pequeña parte. Lo omitido, lo desaparecido del lenguaje por ignorancia, lo deliberadamente excluido, aquello cuyo significado cae en la vaguedad de expresiones coloquiales merece ser estudiado, atendido en su contexto, buscado en su propia explicación para comprender su estado.

El desconocimiento, la supresión, los significados excluyentes o indeterminados –marica o puñal, por ejemplo- deben cavilarse contextual y comprensivamente, traerlos de la ignorancia, de la falta de experiencia vivida para comprender su inclusión en el mundo del hablante, para entender su uso y abuso en espacios sociales y grupos determinados y determinantes. Para trascender la indignación que provocan actos premeditados de erradicación del lenguaje, de los que se decide pasar de largo, dejarse sin sentido, marginados en la injusticia, transmutados de su sentido original, debemos construir reflexiones para comprender su omisión.

El lenguaje debe pensarse siempre y revisar en continuo para romper la mecánica repetición de conceptos que señalan, apartan, limitan, condenan o discriminan. La profundización en una unidad del lenguaje, primero en lo individual para construir en lo colectivo, hará relevantes los motivos de la exclusión, mutación o erradicación; atender sus causas, conocer las razones, hurgar el leit motiv, ese es el principio transformador.

Por cada agente que clasifica y etiqueta objetos y sujetos, hay otros en la conciencia de que nombrar a las cosas de una manera distinta afecta a la realidad. “En la medida en que conseguimos especificaciones nítidas y simples del significado de las palabras, inevitablemente pasamos por alto algunas de sus complejidades” (Alston, 1974), y nos adentramos en los olvidos para apuntar a la existencia compartida.

El lenguaje es el principio de la inclusión y la exclusión, el productor de acciones como las que afectan a las minorías de la diversidad sexual. Si el carácter ofensivo y discriminatorio del lenguaje generó sentencia, es posible mover, desde allí, la realidad de las minorías de la diversidad sexual.

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