Un argumento central utilizado por el Dr. Hugo López Gatell para explicar las altas tasas de mortalidad que tiene el COVID en México es la mala alimentación de las y los mexicanos, particularmente el consumo de refresco y frituras.
El vocero de la Secretaría de Salud del Gobierno de México encabeza una guerra frontal contra las prácticas alimentarias de las y los mexicanos pues sus impactos sobre la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y otras, hacen que los impactos del COVID sean de mayor envergadura.
Por su parte, las empresas relacionadas con la producción y distribución de estos “alimentos” han iniciado una serie de acciones que buscan desacreditar los dichos de Gatell. Sus cabilderos trabajan, particularmente en las filas del Partido Acción Nacional (PAN) y en los medios de información afines a sus intereses y/o dependientes de su publicidad, demandando la renuncia del vocero.
Más allá del juego político, las cifras le dan la razón a López Gatell.
Según un estudio de la Universidad de Yale, nuestro país es el primer consumidor de refrescos con un promedio de 163 litros por persona al año. Este consumo mata al año a 24 mil personas. La información no es novedosa si revisamos el gran trabajo que ha hecho El Poder del Consumidor, una organización civil, la única, que destaca por su guerra frontal contra la mala calidad de los alimentos que consumimos.
Desde la Universidad de California en Davis una investigadora del departamento de Biociencias Moleculares precisa que el consumo de bebidas azucaradas incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares: la fructosa y el jarabe de maíz de alta fructosa ―o sacarosa― con el que se fabrican estas bebidas incrementa el factor de riesgo al recargar las funciones del hígado.
En otras investigaciones, presentadas en el Foro ¿Veneno embotellado?, desde las Universidades de Toronto y Harvard se concluye que los refrescos incrementan el sobrepeso y el riesgo de desarrollar diabetes.
El Centro de Investigación en Salud Poblacional del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) de México sostiene que más de 40 mil muertes anuales guardan relación con el consumo de estos productos.
Inglaterra y Oaxaca son ya dos ciudades de primer mundo, pues decidieron normar el consumo de estos alimentos y erradicar la pandemia de la comida chatarra.
Esto no será fácil cuando la firma Brand Footprint elaboró un estudio en 2018 en el que destaca nuestra preferencia por CoCa Cola, Doritos, Cheetos y Ruffles y Kantar Worldpanel México destaca que 3 de cada 10 pesos del gasto familiar se destinan a estos productos.
El Dr. López Gatell tiene frente a sí una guerra de más de 88 mil millones de pesos de consumo que juegan en este sector y frente a nuestro orgulloso segundo lugar mundial en obesidad según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
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