Cien mil da la sumatoria de desaparecidos en México desde 1964 hasta mayo de 2022, según cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) y el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO). Las historias del horror suman 100 mil en 58 años.
De los 58 años del registro va un desagregado: 43 años estuvimos bajo el régimen priísta. Una razón simple, inmediata, visceral, para anhelar la extinción del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Es en los dos sexenios recientes (2006 – 2012 y 2012 – 2018) y el que corre actualmente (2018 – 2024) cuando las cifras se han recrudecido.
12 años corresponden al panismo. El Partido Acción Nacional (PAN) no solo incumplió sus preceptos fundacionales relacionados con la defensa de la vida, sino que tiene en Felipe Calderón a uno de los individuos que en mayor medida ha colaborado con este número 100 mil.
Los 3 años restantes son responsabilidad del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA). Atribuibles a la incapacidad de sustraerse a una dinámica generada por el PRI y acrecentada por el PAN, MORENA sigue dando un insuficiente resultado ante la desaparición de personas.
El trabajo ético y comprometido de dos figuras probadas, Karla Quintana y Alejandro Encinas, a través de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), muestran el interés de alguien en la estructura gubernamental federal a quien le importan los miles de desaparecidos. Las medidas aplicadas, los reportes generados y registros realizados los tenemos gracias al interés de estos personajes pero no logran paliar el problema, ni atraer el interés del resto de los niveles de gobierno.
Personas sustraídas para el negocio de la trata, mujeres separadas de su entorno para trabajo sexual, hombres capturados para trabajos forzados, activistas desaparecidos por incomodar cacicazgos, niñas y niños quitados de su realidad para tráfico de órganos, jóvenes evaporados por alguna relación con el narcotráfico, personas secuestradas por instituciones de seguridad nacional, estatal y/o municipal, y decenas de causales más.
Los responsables, las razones, el género, las edades, los territorios, las historias… siguen sumando y rebasando los 100 mil.
Más dramas acompañan la tragedia. Los familiares desesperados en la búsqueda de alguien que no regresó, que nunca llegó, que iba pero no volvió. Los medios de comunicación corporativos usando a las y los desparecidos para la generación de rating. Los inconformes con el gobierno actual haciendo bandera de lucha la desgracia a la que antes no prestaron atención.
El drama mayor y la peor tragedia: una sociedad ignorante a esta realidad, sin empatía por ese dolor, inactiva y despreocupada.
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