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  • @GabrielZaldivar

Tiffany para Lilí


Lilí luce orgullosa en la muñeca derecha una pulsera de Tiffany, sí, la marca de lujo dueña del diamante que exhibió Lady Gaga en la pasada entrega del Óscar. Detrás de la pulsera de Lilí -un producto económico de dicha marca- se esconde un engaño de su pareja que ella “perdonó” luego de ser halagada con el ornamento que recibió a cambio. Algunas mujeres reciben regalos a cambio de silencio, perdón o para guardar las apariencias. Otras reciben amenazas, golpes y ataques a su integridad física, también para guardar silencio.

El horror de la violencia contra las mujeres está en la mente de todas y todos en México. Destaca el Estado de México, pero no hay ciudad en el país libre de culpa. En un repaso a los principales medios nacionales encontramos en la CDMX mujeres atacadas en el metro, otras descuartizadas en Ecatepec, unas más desaparecidas en Tlalnepantla y Naucalpan.

Con Tiffany o ataques físicos la situación de las mujeres es EMERGENCIA NACIONAL

El Gobierno Federal decidió limitar apoyos a organismos de la sociedad civil y programas sociales en beneficio de las mujeres. Las autoridades exhibieron sus errores en el análisis sobre quiénes recibían estos apoyos y cómo se usaban, así como su valor en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Una decisión precipitada.

Pero mostraron un acierto -que es secreto a voces y muchos se niegan a escuchar-, detrás de varias de estas organizaciones y programas existen irregularidades: organismos (¿empresas?) fantasma, recursos usados para negocios personales, dinero del erario para salarios de quienes las integran, un sistema de apoyos para “cuates”, estrategias de triangulación de recursos (Estafa Maestra), igual que ocurre en otras organizaciones de la sociedad civil y de la cultura. Dinero del erario que tal vez pudo usarse en joyas de Tiffany.

¿Es aceptable una mirada lasciva de un hombre cuando una mujer cruza la calle?, ¿les agrada “esconder” las infidelidades de sus esposos por miedo a quedar desprotegidas?, ¿reciben regalos de Tiffany para evitar la violencia de sus maridos?, ¿prefieren “dejar pasar” hechos de violencia -física o simbólica- antes que ser juzgadas en una sociedad altamente machista?, ¿salen a la calle temerosas de que un hombre pueda agredirlas en la vía pública?, ¿cómo las limita ser mujeres en su desarrollo personal, familiar y laboral? Nada de esto es normal.

En el 2018, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) reportó, de enero a noviembre, 760 carpetas por feminicidio: 94 casos en el Estado de México, 85 en Veracruz, 74 en Nuevo León, 48 en Chihuahua, 38 en Sinaloa y el mismo número para la CDMX y 30 en Puebla. Los datos del 2019, procesados por la misma institución, son peores: 304 mujeres asesinadas en el país (10 al día, en promedio). El Estado de México, Jalisco, Guanajuato, Chihuahua, Baja California Sur y la Ciudad de México son los estados donde se concentra el mayor número de asesinatos.

Las mujeres mexicanas demandan protección y apoyos para su empoderamiento. Es una tarea urgente de los tres niveles de gobierno y de la sociedad en su conjunto, de ellas y de ellos. Basta de violencia de género, simbólica y física. Basta de joyas y golpes.

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