El modelo neoliberal en los estertores de la muerte utiliza su menguada energía para dar coletazos que le permitan seguir en el mundo de los vivos. La Doctrina del Shock (Naomi Klein) está más vigente que nunca. COVID-19 pone frente a nosotros las primeras características del modelo que está naciendo.
El modelo neoliberal, con aproximadamente cuatro décadas de vida, no fue solo una guía económica fue sobre todo un sistema ideológico, el de la Globalización, analizado ya en innumerables plumas como las de Sloterdijk o Zízek, entre muchos personajes de la posmodernidad y otras corrientes de pensamiento que, con sus contradicciones, pintan de cara y cuerpo al sistema que fenece.
Particularmente Klein, en La Doctrina del Shock, retrata de ese sistema neoliberal su imposición a fuerza de “dramas” exponenciados cuya premisa es sembrar el miedo (¡más bien terror!) en la población y, desde el miedo inducido incorporar los cambios que de otra manera alargarían los tiempos y fortalecerían las resistencias.
COVID-19 es una enfermedad con muertos, pero no más que los muertos por guerras civiles, narcotráfico, intervenciones militares, violencia de género, accidentes automovilísticos o alguna otra causa dependiendo de la circunstancia de cada país.
COVID-19 está perfilando algunas características del nuevo modelo ¿global?
De la economía abierta pasaremos a las economías cerradas. El cierre de fronteras para “evitar” el paso del virus es una metáfora del porvenir. Del Estado invisible del modelo neoliberal, una narrativa construida por los tecnócratas, comenzamos a “solicitar” una mayor participación-acción de un Estado regulador.
Ante el desmantelamiento del Estado benefactor, que favoreció mayormente a las arcas privadas, hoy el Estado deberá recuperar el control ante el inminente quiebre de esas arcas privadas, quiebre que se explica por la crisis económica, los altos grados de corrupción y sobre todo el descrédito entre la población (¡se les volteó el juego!).
COVID-19 está mostrando la tentativa del totalitarismo (toques de queda) como la solución neoliberal que garantice permanencia, solo que carece de eco entre gobiernos populistas y poblaciones hartas del control neoliberal que “por nuestro bien”: coptaron el pensamiento desde lo ecológico y climático, hicieron redes de apoyo con organismos no gubernamentales, generaron modelos de negocio en desprotección de la clase obrera y metieron a su casa a las personas para salvaguardarlas de los males sociales, deshumanizaron lo humano.
COVID-19 agrupa (y sirve) para favorecer agendas globales y locales: declaratorias de guerra ¡contra un virus!, arrinconamiento de economías débiles, erección de héroes en tiempos electorales, golpeteos políticos de quienes agonizan, entre más.
Mientras tanto la población felizmente secuestrada (Síndrome de Estocolmo) muere de terror, no por el acercamiento a la muerte biológica, sino porque carece de elementos para comprender, analizar y evaluar (¡de eso se trataba el modelo neoliberal!).
En su terror creado, la gente muestra las reacciones más primarias, más animales: acumula mercancías (en el modelo neoliberal es lo único que aprendió a acumular) y regresa al pensamiento mágico (reza y reza a su creación más perversa). Fiel al modelo inoculado, la sociedad demanda una pauta conductual para todos los ciudadanos (que nadie se mueva para que nos salvemos todos), entre otras.
¿Y qué pasará entonces?... nada está dicho.