Corrupción e impunidad son ejes de la indignación global y nacional. Las campañas electorales en México, así como las demandas de la ciudadanía, apuntan en este sentido.
La mayor visibilidad de esta corrupción e impunidad es para políticos y empresarios coaligados con grupos de poder que, en una u otra tribuna, son exhibidos. Pero ¿si esta corrupción e impunidad ocupan una oficina al lado tuyo?
Myke es solo una historia. Posee antecedentes penales relacionados con fraude y remates bancarios, adicionalmente por incumplimiento mercantil y sospechoso del “maquillaje” de estados financieros para la venta de una franquicia. La corrupción e impunidad permean la vida de México y los mexicanos.
Según la Procuraduría General de la República (PGR), en cifras presentadas en el Programa Nacional de Procuración de Justicia 2013-2018, quedan en la impunidad el 93% de los delitos.
En décadas anteriores Miguel De la Madrid Hurtado acuñó la frase: “la corrupción somos todos”. El uso tendencioso de este eslogan quedará en la memoria para recordarnos que el problema trasciende a los personajes visibles y es un comportamiento también de hombres grises y sin brillo que coaligados a su familia y pareja incurren en delitos.
Transparencia Internacional (TI), en su medición anual coloca a México en el lugar 135, de 180, en el Índice de Percepción de la Corrupción. Su peor lugar desde que se hace la medición. La indignación social aumenta cuando la ciudadanía ve a los impunes ocupando posiciones en la estructura gubernamental, empresarial o en la educativa, formando personas.
México está en el lugar 35 de 35, en último lugar, como el país más corrupto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) y según datos de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) un 10% del Producto Interno Bruto (PIB) va a la corrupción, en donde el Estado de México ocupa un lugar tristemente notable.
Las prácticas corruptas en todos los niveles equivalen a 200 mil millones de pesos según la Comisión de Transparencia y Anticorrupción de la Cámara de Diputados, y para el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) la corrupción rebasa los 500 mil millones de pesos.
Las cantidades son tan ofensivas como la duda sobre lo que ignoras de un delincuente impune que ocupa la oficina contigua.