El pasado 7 de julio Harper´s Magazine publicó la carta por la Justicia y el Debate Abierto. El documento aparece firmado por personajes como Margaret Atwood, David Brooks, Noam Chomsky, Francis Fukuyama, Garry Kasparov, Wynton Marsalis, Steven Pinker, J.K. Rowling, Salman Rushdie, Michael Walzer y decenas de intelectuales y artistas de fama indiscutible.
Para contextualizar la carta por la Justicia y el Debate Abierto hay que insertarla en el entorno político que hoy viven los Estados Unidos de América (EUA) y en la sabida influencia que estos personajes ejercen en la opinión pública de cara a las elecciones en dicha nación, así como de las múltiples redes de cuotas y cuates que permean las esferas intelectuales y artísticas de todo el mundo.
Si bien no es nuestro interés un análisis de la agenda profunda tras dicha carta, ni el apoyo al ataque o defensa sistemáticos y globales a Donald Trump, nos importa por la forma en que hace relevante la intolerancia que se vive en esa sociedad pero que es aplicable también a la de México.
Exhiben las y los redactores de la carta por la Justicia… el interés por “debilitar nuestras normas de debate abierto y la tolerancia de las diferencias a favor de la conformidad ideológica”. Reconocen que “las fuerzas del iliberalismo están ganando fuerza en todo el mundo”.
Retratan fielmente a la sociedad de los políticamente correctos, de los amantes del positivismo (palabra cuyo significado ignoran, ¡obviamente!), de quienes no comprenden los cambios profundos que está registrando el mundo. Muchos mexicanos se dibujan con precisión aquí.
Los firmantes destacan su posición en contra “del clima intolerante que se ha establecido en todos los lados”. Muestran (¿o se muestran?) un fragmento de la sociedad de la adicción a las reglas, a lo que sí se puede decir y escribir y lo que no, de lo que se puede hacer mofa y de lo que no, de lo que se debe comer y lo que no, de lo que se debe construir como éxito y lo que no, de lo que se debe pensar y lo que no.
Acusan que “el libre intercambio de información e ideas, el alma de una sociedad liberal, se está volviendo cada vez más restringido”. Así, preferimos no leer lo que nos incomoda, compartimos centenares de fake news que son afines a nuestros intereses, le damos like a quienes apoyan nuestras ideas, ponemos etiquetas antes que brindar la oportunidad del debate abierto.
Los autores de la carta afirman que “la restricción del debate, ya sea por parte de un gobierno represivo o una sociedad intolerante, invariablemente perjudica a quienes carecen de poder y hace que todos sean menos capaces de participar democráticamente”.
México, una sociedad cada vez más intolerante y controlada por espacios digitales que privilegian información pagada (mayormente falsa), independientemente de dónde venga el dinero, se describe bien en este texto que apunta a Trump y a la sociedad norteamericana.
